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Salir de la caverna

por Redacción Bocado México
Publicado el 18 noviembre 2020

Hace unas semana Mexico, que logró la mejor ley de etiquetado que existe hasta ahora y empezó a ver en las góndolas qué significa tener los productos marcados de una forma clara, veraz y de rápida interpretación. Comestibles chatarra que no parecerán inocuos nunca más, otros que se ofrecen como saludables muestran tener tres sellos, y hasta los cotidianos como el café, cuatro. Una recorrida fotográfica para ver, admirar y copiar.

Antes del etiquetado frontal, México intentó varias veces disuadir sobre el consumo de comida chatarra. En 2014 prohibió la venta de esos productos en escuelas y también aprobó más impuestos sobre bebidas azucaradas, pero al parecer ninguna medida había sido suficientemente fuerte. Ahora nadie puede ignorar los octágonos negros.

Desde el 2014 existe en México una ley que prohíbe la venta de comida chatarra en las escuelas de todos los niveles de educación básica (Ley General de Salud), solía ser frecuente encontrar golosinas, papas fritas, bebidas azucaradas. Siempre hay alguna tiendita — kiosco — enfrente, al lado o cerca. También personas que instalaban una mesa temporal y autos estacionados que se transforman en pequeños negocios sobre ruedas. Refrescos y comida chatarra es lo que ofrecen: hoy todos esos productos están marcados, algunos con la leyenda “evitar su consumo en niños”.

Exceso de azúcares, exceso de sodio, exceso de calorías son algunas de las leyendas del etiquetado frontal en México. Cuando el producto es pequeño, como un chocolate o un paquete de chicles, igualmente lleva un pequeño octágono que dice 2 sellos, 3 sellos o lo que corresponda.

México es el mayor consumidor de refrescos y bebidas azucaradas del mundo. Un promedio de 150 litros por persona al año mientras en Estados Unidos el promedio es de 100 litros y en el resto del mundo ronda los 25 litros, según datos del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México (Conacyt, 2019). Y en Chiapas, un estado que tiene al 76% de su población en la pobreza y sufriendo falta de agua, el consumo de refrescos es 32 veces mayor al promedio mundial. Chiapas es la región donde se bebe más Coca-Cola en todo el mundo.

El etiquetado frontal obligatorio comenzó a regir en México el 1 de octubre de 2020. Aunque en su aprobación influyó el contexto de la pandemia, en la cual el país ha sufrido estragos por sus elevados índices de diabetes, obesidad y sobrepeso, no es una medida apresurada. Expertos y organizaciones no gubernamentales emprendieron esa pelea desde hace más de una década.

Cuando empezó a regir el etiquetado mexicano, la Organización Mundial de la Salud lo halagó “por estar por encima de los intereses comerciales”. Las grandes empresas de la industria alimenticia, en cambio, se mostraron reticentes. Y el primer día de vigencia, el 1 de octubre de 2020, al menos 30 grandes consorcios se ampararon, es decir presentaron recursos legales para evitar marcar sus productos. Ejemplos: Unilever, Coca-Cola, Hershey, Ferrero Rocher y otros.

El subsecretario de Salud de México, Hugo López Gatell, llamó a las gaseosas “veneno embotellado” y el escándalo se encendió. En el peor momento de la pandemia, el funcionario que también es impulsor del etiquetado, señaló directamente a los fabricantes de bebidas azucaradas. ¿Qué respondieron ellos? Denunciaron que el gobierno mexicano los “estigmatiza”.

En tiempos de pandemia por Covid19, México ha hecho explícita una estrategia que va más allá e la atención médica. El gobierno y la secretaría de Salud lanzaron el etiquetado frontal de alimentos mientras la secretaría de Educación Pública incorporó un materia obligatoria en la currícula de todo el nivel educativo: Vida saludable.