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La necropolítica es ley

por Tatiana Merlino Brasil
Foto: Mário Vilela/Funai
Publicado el 27 noviembre 2020

Después de la victoria electoral del presidente brasilero Jair Bolsonaro en 2018 se consolidaron políticas de ecocidio y de etnocidio sin precedentes. Los misioneros son parte del plan macabro de vaciar la selva. En esta nota, la denuncia de un funcionario que fue obligado a avanzar sobre toda tierra indígena.

Entre 2010 y 2019, el biólogo Daniel Cangussu trabajó como coordinador del Frente de Protección Etnoambiental (FPE) Madeira Purus de la Fundación Nacional del Índio (Funai), actuando en la ubicación, protección y seguimiento de pueblos indígenas aislados y de reciente contacto de la región de los ríos Madeira y Purús, en el sur de Amazonas, en Brasil. Trabajó junto a los pueblos de reciente contacto Suruwahás y en acciones de ubicación de los aislados de Hi-Merimã y de todos los demás aislados no identificados de la región.

Funai es la institución encargada de toda la política indigenista en Brasil. La política de no contacto con los indígenas y respeto al aislamiento voluntario fue instituida por el gobierno brasileño en 1987, en medio a la elaboración de la nueva Constitución, que reconoció una serie de derechos antes negados.

Aunque evalúe que Funai tuviese una vigilancia eficiente. El seguimiento del territorio Hi-Merimã siempre fue un desafío, porque la población es grande y se desplaza por un área muy extensa. “Y en el entorno viven muchos misioneros que quieren evangelizar a los indígenas aislados”, cuenta Daniel. “Nosotros hacíamos seguimiento del estado de salud de los funcionarios cuando actuábamos con los Suruwahás o en el territorio Hi-Merimã. Pero esa no es una preocupación de los misioneros”, critica.

Acampamento Hi-Merimã | Foto: Daniel Cangussu

Cantos evangélicos

El departamento de coordinación de Funai encargado de los pueblos indígenas aislados fue creado con el objetivo de garantizar su protección y de las tierras en que viven, impidiendo invasiones. Actualmente, hay registro de 114 grupos de aislados, de los cuales 28 están confirmados – los demás aún están siendo evaluados.

Cuando Daniel comenzó a trabajar en la región, en 2010, ya había ocurrido una retirada de misioneros de la tierra en que viven los Suruwahás. La ausencia de Funai permitió que los misioneros actuasen en la región. “Hasta hoy los indígenas conocen cantos evangélicos, hablan de ‘jeshua’, refiriéndose a Jesús”.

En 2018, Daniel expulsó a un misionero que había entrado ilegalmente a la tierra Hi-Merimã. “Él [el misionero] sintió incentivado con la nueva coyuntura [elección de Bolsonaro] para realizar una expedición”. La entrada ocurrió luego de de que Daniel organizase, a pedido de los propios indios Jamamadi, una ida hasta la tierra indígena del pueblo vecino. Poco después, el misionero organizó otra expedición exactamente a la misma región. “Organizamos un viaje oficial emergencial y lo invitamos a retirarse. Se abrieron un proceso de seguimiento del Ministerio Público Federal y un proceso administrativo interno de Funai”, cuenta. 

El misionero, Steve Campbell, convive con los Jamamadi desde niño, cuando llegó con sus padres, también misioneros, en 1963.

Mapa do Complexo Territorial Médio Purus | Elaboração: CTI/Funai

Expedición con misionero

El funcionario de Funai cuenta que el momento de mayor tensión de su vida profesional ocurrió un mes después de que Jair Bolsonaro venciera la elección presidencial de octubre de 2018. 

Daniel fue designado por el presidente de Funai para organizar una visita a la tierra indígena de los Suruwahá. El pedido era para que la comunidad recibiese una visita de la indígena Muawaji Suruwahá, que había sido retirada de la tierra indígena por la Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai) años antes para llevar a su hija a Brasilia donde recibiría tratamiento médico. Muawaji y su hija no volvieron.

Pero la visita no sería realizada por Muji solamente – ya convertida en evangélica e integrante de la organización Jóvenes con una Misión – sino que la acompañaban sus hijos y el misionero, Darci Azevedo Cunha. Darci ya había vivido en la misma tierra indígena, antes de ser retirado por decisión del Ministerio Público. 

La solicitud para la visita había sido realizada por el entonces senador y pastor evangélico Magno Malta, que en esa época tenía como asesora a la hoy ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos, Damares Alves. “Fui obligado por el presidente de Funai, por presión de Magno y Damares, a entrar a la tierra indígena con un misionero”, lamenta Daniel. Damares es fundadora de la ONG Atini, investigada por el Ministerio Público Federal por tráfico y secuestro de niños.

Daniel cuenta que en un primer momento se resistió a organizar la visita. “Dije que estuve haciendo lo opuesto [impedir la entrada de misioneros a tierras indígenas] durante diez años. Me dijeron que, si yo no lo hiciese, designarían a otra persona”.

La visita duró una semana y fue tensa, en la evaluación de Daniel. El misionero, que habla la lengua de los Suruwahá, mantenía conversaciones reservadas con algunos de los indígenas. “Se estableció un ambiente tenso. Me sentí mal por usar la logística de Funai para apoyar a los misioneros, por saber qué representaban. Fue como un anuncio de lo que vendría luego”, dice, refiriéndose al nombramiento de Ricardo Dias al cargo de jefe de coordinador responsable por los pueblos aislados – Ricardo, pastor evangélico, fue finalmente despedido en el 27 de noviembre.

Presidente da Funai, Marcelo Xavier, em audiência com a Ministra Damares Alves | Foto: Willian Meira/MMFDH/Funai

Casa de conversión en Brasilia

Muwahi vive hoy en Brasilia, capital de Brasil, con dos hijos, [en una comunidad] con otros indígenas retirados por Sesai de otras tierras indígenas y que nunca volvieron a sus lugares de origen. Son indígenas formados para ser pastores, de acuerdo con el funcionario de Funai. “Su estrategia es: si los misioneros no logran entrar a las tierras indígenas, envían indígenas convertidos, ya que no se puede impedir la entrada a indígenas a las aldeas”.

Muwaji Suruwaha | Foto: Reprodução/Atini

Daniel cuenta que tuvo conflictos con Damares y misioneros a lo largo de nueve años a causa de las embestidas en áreas de indígenas aislados o de reciente contacto. Tener que acompañar a un grupo a las malocas un mes después de la elección “fue un mensaje inmediato”. 

 

Poco después de la expedición, a inicios de 2019, Daniel solicitó ser trasladado de su función en el sur de Amazonas. “Mi presidente [de Funai] es un comisario de la Policía Federal que nombró a un misionero para asumir la Coordinación General de Indígenas Aislados y de Reciente Contacto. Nuestro jefe es nuestro principal rival. Esa es la única manera que tengo para explicar lo que es tener a un misionero al mando de nuestras políticas. Es muy triste, nos degrada en todos los sentidos”, dice. “Si un puñado de indígenas es evangelizada, para los misioneros valió el precio, aunque muchos otros mueran.”