Qué ves cuando me ves

Con la ley de rotulados en plena vigencia, Perú anunció su primer minimarket libre de sellos. Y tras una recorrida, bueno o malo resultaron categorías imprecisas para narrar lo que allí sucede. Amplio, completamente aséptico y prolijo; Bivo Market Saludable está repleto de paquetes y carece de los alimentos que nunca han tenido octógonos ni tendrán, los de verdad, esos que abundan en los mercados de un país famoso en el mundo por su culinaria.

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La trampa de los impuestos

Esta columna hace parte de una serie de video-podcast publicados en sumerce.news, un medio digital colombiano sobre temas ambientales y campesinos nacido desde una comunidad digital que se auto-identifica como “agro-descendientes”. La comunidad se formó en alrededor de la película Sumercé -de la cual el medio toma su nombre-, un documental acerca de la resistencia campesina en defensa de los páramos.

Hoy sumerce.news y Bocado mostramos las contradicciones de una reforma tributaria que pretende cobrarle a los campesinos colombianos las consecuencias de sus políticas alimenticias.

Por: Victoria Solano/Bocado

Nos han dicho que en Colombia habrá nuevos impuestos en medio de la pandemia, y eso de por sí ya suena mal. Pero también nos han dicho que hay unos nuevos impuestos “verdes” o “ambientales”, y eso suena bien. Incluso nos han dicho que habrá un nuevo impuesto por contaminar el suelo: un cobro del  8% a los plaguicidas no orgánicos. Sin embargo, ese impuesto esconde una jugada mortal a la siempre frágil economía campesina de Colombia.

En el año 1998, un grupo de investigadores encontró que en la Cuenca del río Magdalena Medio había 16 kilos de ingredientes activos de plaguicidas por cada hectárea. Un número escandaloso cuando, en ese mismo momento, en zonas consideradas de alta demanda de plaguicidas en Estados Unidos el índice era de seis kilogramos por hectárea. Casi tres veces menor al de Colombia.

El estudio realizado hace 23 años hizo evidente que Colombia ha llegado a tener uno de los más altos índices de uso de plaguicidas en el mundo. Pero los campesinos no llegaron por sí solos a este triste récord: los químicos fueron promocionados e importados directamente por el gobierno colombiano y distribuidos de cultivo en cultivo por sus propios funcionarios. 

¿Cuándo comenzó todo esto? ¿Cuándo pasamos de ser un país productor de alimentos sin químicos a ser una agricultura dependiente de los agrotóxicos? 

Todo empezó en los años setenta, cuando el mundo sucumbía ante la promesa estadounidense de revolucionar el agro, hacer fortuna y acabar con el hambre mundial en una sola jugada. Funcionarios estatales y empresarios gringos iban de país en país ofreciendo un paquete de maquinaria pesada, semillas modificadas y un arsenal de agrotóxicos que comercializaban bajo el concepto de “Revolución verde”. Prometían duplicar la producción, lo que no decían tan claramente es que eso implicaba genera cultivos dependientes de insumos químicos cotizados en dólares, esos que el mismo Estados Unidos producía. 

El Estado colombiano aceptó con docilidad la receta estadounidense y construyó un sistema de créditos, subsidios, asesoría técnica y certificación amarrado a esos paquetes tecnológicos. Tal fue la simbiosis y el matrimonio entre las políticas agroindustriales de Estados Unidos y Colombia que la Fundación Rockefeller (sí, el millonario magnate petrolero dueño de la Standard Oil) fue responsable de la creación del Instituto Agropecuario ICA. Es decir, la entidad encargada de la producción e investigación agropecuaria colombiana hasta el día de hoy nació bajo las órdenes y la filosofía empresarial de la familia Rockefeller. 

Ahora el impuesto por contaminar el suelo que anuncia el gobierno del presidente Iván Duque suena prometedor, pero en el fondo solo persigue un objetivo concreto: recibir dinero del bolsillo de los campesinos. Algo que implica volver aún más imposible la producción agraria. 

El impuesto aterriza en un país donde no existe una política agraria alternativa, agroecológica. Un país en el que no existe un programa serio de resguardo y producción de semillas limpias. Un país donde si un campesino quiere cultivar de forma agroecológica, no encontrará ningún banco que le otorgue un crédito ni funcionario que le de asistencia técnica. Por eso apenas el 1% del territorio nacional está destinado a la agricultura orgánica a pesar de la creciente tendencia de los países europeos de importar únicamente productos libres de agrotóxicos. Por eso aquí la mayoría de los cultivos orgánicos existentes son proyectos autogestivos e independientes con dificultades de financiación.

El porcentaje de pago de plaguicidas en el costo de producción del cultivo es del 31% para la papa, entre el 25% y el 35% para el arroz y un 24% en algodón, cítricos, plátano y maíz. Es decir, casi una tercera parte del costo de un producto corresponde a pagar plaguicidas. De aprobarse el nuevo impuesto, se cargará directamente a los bolsillos de los productores campesinos, quienes desde hace años realizan malabares para encontrar el equilibrio entre lo que invierten y lo que ganan en cada cosecha. Aumentarán los costos de producción, será aún más difícil competir con lo importado, que también es producido con plaguicidas pero llega libre de aranceles e impuestos porque así lo permite el gobierno colombiano.

Pero en el nuevo posible impuesto no hay sólo afán de recaudar, también contradicciones. Es paradójico que el mismo gobierno que ahora dice estar preocupado por el veneno en nuestros suelos haya expresado desde hace años la necesidad de retomar las aspersiones aéreas de glifosato para eliminar los cultivos ilícitos. 

Sí glifosato, el peligroso herbicida promocionado en la Revolución verde pero concebido como arma de guerra. El derivado del Agente Naranja que Estados Unidos lanzaba en Vietnam y 50 años después sigue pudriendo el suelo de ese país. Glifosato, la sustancia que también se ha demostrado afecta de manera grave la salud humana. Ese producto al que solo sobreviven semillas transgénicas diseñadas para hacerlo. Eso, glifosato, es lo que el gobierno colombiano lanza desde avionetas de manera indiscriminada sobre cultivos ilícitos pero también sobre cultivos de comida, animales, personas, escuelas, casas. 

¿Será verdad que el gobierno de Iván Duque está interesado en el Medio Ambiente? ¿Será verdad que al mismo gobierno del fracking le preocupa la salud de nuestros suelos? ¿Podemos confiar en que este impuesto no afectará sobre todo a la economía campesina que compite de manera desigual con las importaciones? ¿Por qué el presidente Duque busca recursos en el bolsillo de los campesinos en lugar de perseguir la fuga de capitales a paraísos fiscales? ¿Por qué los grandes acaparadores de tierras no pagan impuestos al patrimonio y a diario se expropian las tierras de los pequeños productores? ¿Por qué las grandes multinacionales mineras tienen exenciones millonarias de impuestos mientras el 89% de la población rural está en condición de pobreza?

El gobierno colombiano y el Congreso debatirán la Reforma Tributaria. Algunas de estas preguntas quizás tengan respuesta.

Amanecerá y veremos. 

No hay Amazonas B

Por: Redacción Bocado

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, es acusado de ecocidio por sus devastadoras acciones en el Amazonas, y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) emitió las claves para proteger el suelo que aún queda sin deforestar en un reporte.

Sí, es mucho para digerir pero podemos ir por partes.

Bolsonaro, presidente de Brasil desde 2019, ha tenido un mandato marcado por la deforestación del Amazonas. Solo entre enero y agosto de ese año se arrasó con el equivalente a 60 campos de fútbol por hora. Ello porque el mercado demanda productos como soja, minerales o carne, para los cuales se utilizan estrategias como  criados en territorios no permitidos, minería ilegal, y apropiación de tierras.

Brasil cuenta con políticas que tienden a controlar y reducir la deforestación, una forma de prevenir que desaparezca lo que de bosque amazónico queda. Sin embargo, poco parecen importarle estos objetivos a Bolsonaro: según la Política Nacional por el Cambio Climático, la tasa de deforestación debería haberse reducido a 3.925km2 para 2020. Lejos de esto, entre agosto de 2019 y julio de 2020 se llegó al pico de 10.129km2 de selva deforestados.

No es solo desde el gobierno de Bolsonaro que se descuida al Amazonas. Si bien el actual presidente brasileño ha hecho de la explotación del territorio un patrón estratégico recurrente, su predecesor Michel Temer tuvo una política similar. Tanto que resultó envuelto en causas de corrupción ligadas a la deforestación.

La toma de tierras deforestando y luego introduciendo ganado es una práctica común en la Amazonía brasileña por las empresas privadas y un decreto lleno de lagunas es lo que ha permitido que tenga amparo legal. Conocido como “el decreto para los acaparadores de la tierra”, la ley MP759 extendió la cantidad de hectáreas que se pueden reclamar como propias al Estado desde 1.500 a 2.500, y ofreció lo que en la práctica es amnistía para quienes cometieron este delito en tierras públicas entre 2004 y 2011.

Especialistas del mundo de la protección al medio ambiente han elevado su voz contra estos actos y en particular han denunciado la responsabilidad de Jair Bolsonaro en la deforestación. William Bourdon, abogado especializado en crímenes de lesa humanidad, y los caciques Raoni Metuktire y Almir Suruí, solicitaron que se investigara al presidente brasileño en la Corte Internacional de Justicia de La Haya. “Considerando la devastación del Amazonas, estamos corriendo contra el reloj” explicó Bourdon. Acuden a instancias internacionales de justicia porque en Brasil es altamente dificultoso enjuiciar a Bolsonaro, junto con el riesgo que implica.

Otra voz crítica del gobierno brasileño ha sido el ambientalista Carlos Rittl: “El gran logro de Bolsonaro en términos de medioambiente ha sido la trágica destrucción de bosques que convirtió a Brasil en quizás uno de los mayores enemigos del medio ambiente global y en un paria internacional también”, dijo.

El peor enemigo del Amazonas (como lo describe Rittl) debe, de todos modos, mostrar una imagen de la selva que engañe al mundo, que conserve su flora y fauna. Como ejemplo, el recorrido turístico de tres días por el Amazonas que el vicepresidente Hamilton Mourão hizo con embajadores mostrándoles sólo las zonas más protegidas como la ciudad de Manaos y la región selvática del norte. Un evento criticado  por ambientalistas.

Marcio Astrini, director ejecutivo de la coalición civil brasileña Observatorio del Clima, explicó: “El gobierno preparó un itinerario que no muestra la realidad de la Amazonía: el abandono de los pueblos indígenas, la apropiación de tierras, la minería ilegal y la deforestación incontrolada. Es una farsa.”

Greenpeace Brasil, también preocupado por la estrategia del presidente, publicó una carta en la cual ofrece un recorrido paralelo que mostraría efectivamente la desgarradora realidad amazónica. “Esto no es más que propaganda mediática que no representa la realidad” dijo Cristiane Mazzetti, activista por el Amazonas en Greenpeace.

Mientras el gobierno permite deforestación, el Amazonas está en riesgo. Se quema. Arde tanto que se está comenzando a considerar uno de los escenarios más penosos: el cambio de una selva cerrada a una sabana abierta con muchos menos árboles. Basados en experiencias anteriores, especialistas han concentrado esta teoría en un documento científico

Brasil no muestra preocupación. Por el contrario, el gobierno federal redujo el presupuesto para la aplicación de la ley en un 27,4% este año.

Pero hay esperanzas, dice la Organización de Naciones Unidas (ONU). Y marca que “la clave para mitigar el cambio climático y conservar la biodiversidad” está en los pueblos originarios.

Con tradiciones milenarias, ellos han demostrado a lo largo del tiempo un concepto de la Tierra muy distinto  al modelo capitalista. “Los bosques no son vistos como un lugar donde sacas recursos para aumentar tu dinero, son vistos como un espacio donde vivimos y eso se nos da para proteger a las próximas generaciones”, dijo Myrna Cunningham, la presidenta del Fondo para el Desarrollo de Pueblos Indígenas en América Latina y el Caribe (Filac), uno de los organismos que cooperó con la FAO en el documento.

Las grandes empresas ven al suelo como un capital capaz de generar ganancia a toda costa mientras que los pueblos originarios lo ven como una entidad que los sostuvo desde el comienzo de sus días, alguien a quien deben respeto y rinden culto.

Más del 80% de la superficie que los indígenas ocupan en la Cuenca Amazónica está cubierta de bosques y esos territorios tienen más especies de mamíferos, aves, reptiles y anfibios que todas las áreas protegidas del país fuera de ellos, indica el reporte de la FAO titulado “Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques – Una oportunidad para la acción climática en Latinoamérica y el Caribe”, basado en la revisión y análisis de cerca de 300 estudios. Hablamos de un territorio comparable al tamaño de Francia, Gran Bretaña, Italia, Alemania, Noruega y España juntas, porque el 60% de los 404 millones de hectáreas que los indígenas ocupan en América Latina está en la Cuenca Amazónica.

Otro dato sorprendente de la conservación que los pueblos originarios hacen del territorio son las emisiones de carbono. Entre 2003 y 2016, la vegetación amazónica capturó alrededor del 90% de las emisiones de carbono debido a la deforestación en zonas próximas haciendo que, en otras palabras, no se produzca casi ninguna emisión neta de carbono en sus territorios.

A pesar de esta información, existe en algunos casos una limitación de esfuerzos de los gobiernos en apoyo de los derechos colectivos a la tierra, o una reducción de la financiación de servicios ambientales para apoyar la generación y protección de bosques.

Entre el 2000 y el 2012, en las tierras indígenas a las que se les otorgaron títulos legales, las tasas de deforestación fueron de entre un medio y un tercio de lo que fueron en otros bosques con características ecológicas similares.

Los pueblos originarios cumplen un rol muy valioso al proteger a la tierra como lo hacen y costaría menos de 45 dólares por hectárea el trazado de un mapa y las gestiones que restan para otorgarles los títulos de propiedad que les corresponderían. En los lugares donde se les reconocieron sus derechos se obtuvieron resultados favorables a la biodiversidad y la conservación,

El reporte de la FAO plantea la necesidad de avanzar en cinco categorías determinadas para poder preservar la biodiversidad:
1. Fortalecer los derechos territoriales colectivos.
2. Compensar a las comunidades indígenas por sus servicios ambientales.
3. Facilitar la gestión comunitaria.
4. Revitalizar culturas y conocimientos tradicionales.
5. Fortalecer la gobernanza territorial y las organizaciones indígenas.

Los pueblos originarios poseen un conocimiento ancestral invaluable, el de vivir en armonía con la naturaleza. Sin embargo, durante los últimos años Brasil ha demostrad vivir en fuego contra la naturaleza.

Tierra nuestra

A América Latina é a região mais desigual do mundo em termos de acesso e distribuição da terra. Agronegócio, espoliação histórica e presença de corporações estrangeiras são a nossa realidade atual. Camponeses sem terra, forçados a arrendar terrenos para, no fim, pagar mais do que ganham. Países inteiros cobertos de monocultivos com rios de agrotóxicos. Mas também há alternativas e campos que são trabalhados com justiça e saúde, campos soberanos. Tesouros de sementes. Reservas para preservar nossa alimentação.

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El combo de tu celebridad preferida

Por: Redacción Bocado

Si un chico no sabe qué comer, ¿quiénes mejores que sus ídolos para darle recomendaciones? No se trata de nutricionistas ni de expertos en el ámbito alimenticio: ahora sus cantantes preferidos les dicen qué comer.

Pocos días atrás McDonald’s anunció una nueva colaboración con las superestrellas del pop surcoreano BTS. Una banda que cuenta con más de 25 millones de oyentes mensuales y con sencillos reproducidos más de 800 millones de veces. BTS es sin duda una referencia para los adolescentes de hoy, por lo que se esperan grandes resultados (económicos) de esta alianza. El paquete McDonald’s-BTS incluye 10 Nuggets que se podrán acompañar con dos salsas nuevas, chile dulce y cajún.

McDonald’s es tal vez la cadena de comida rápida más grande del mundo. En sus más de 38.000 establecimientos – repartidos en más de 100 países– ofrece una variada cantidad de hamburguesas acompañadas con papas fritas y gaseosas. Sin las campañas de marketing que fomentan el consumo de sus productos, McDonald’s no recibiría diariamente a más de 68 millones de clientes. 

Desde la inclusión de zonas de juego para niños en sus locales hasta la alianza que tienen con la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) para cada Copa del Mundo, los directores de las campañas publicitarias han sabido establecer los targets a los que apuntar e idear los planes para alcanzarlos. Si bien no hay sector al que McDonald’s no quiera venderle una hamburguesa, su mira está frecuentemente apuntada hacia la juventud y la infancia.

Por eso, en las últimas décadas proliferaron las campañas de alianza entre artistas y grandes marcas. En el ámbito de la vestimenta, por ejemplo, el rapero Kanye West arrasó el mercado con sus sneakers Yeezy, una colección de zapatillas que ideó junto con la famosa marca Adidas.

McDonald’s ya había creado en los comienzos de los 90’ la línea de hamburguesas McJordan Special. En ese momento el basquetbolista Michael Jordan era un emblema no solo por su exitosa carrera como jugador, también por su marca de zapatillas AirJordan (producidas por Nike).

En septiembre de 2020, en plena pandemia por COVID-19, McDonald’s lanzó el Travis Scott’s Meal, el plato preferido de la infancia del cantante con el mismo nombre. La hamburguesa no tiene nada que la haga diferente de las otras; la única particularidad es que era la orden favorita de Travis cuando era niño.

Si bien no suena del todo atractivo (¿acaso sería más rica una hamburguesa sólo porque a Travis Scott le gusta?) la campaña obtuvo resultados sorprendentes y varias sucursales quedaron sin stock. Funcionaron las estrategias en redes sociales, porque las usaron para difundir maneras precisas de pedir el combo: los clientes iban al restaurante y decían “tú sabes por qué estoy aquí”, haciendo sonar una canción de Scott, indicando así que querían un Travis Scott’s Meal. También otras frases como “Cactus Jack me trajo aquí”.

Dado el éxito que el combo de Travis Scott tuvo, McDonald’s repitió la estrategia con un cantante de habla hispana: Jay Balvin. Entonces ofreció un menú de Big Mac, McFLurry Oreo y papas medianas con ketchup.

Algo a destacar de los combos de Travis Scott y Jay Balvin es que ninguno de los dos incluyó nuevos productos. No crearon una hamburguesa, no idearon una combinación impensada, simplemente revendieron algo ya existente con su nombre encima. Y parece que dio buenos resultados.

La pobreza puede quemar

El aumento del coste de la garrafa de gas, sumado a la pandemia y a la grave crisis económica, obliga a los brasileños a cocinar con sustancias inflamables improvisadas y exponerse al riesgo de quemaduras graves, dejando un tendal de heridos en el país

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Impuestos a las bebidas azucaradas: las tres victorias

Por: Redacción Bocado

El 4 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial de la Obesidad. Sin embargo, lejos está de ser una celebración despreocupada como Pascuas o Navidad. En el año 2016 se estimó que el 62,5% de los adultos en las Américas sufrían de sobrepeso u obesidad. En la escena del crimen tenemos un culpable – las grandes empresas- y un arma -sus productos ultraprocesados-. 

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), presentó pocos días atrás la publicación de una nueva investigación acerca de los llamados impuestos saludables, una nueva medida para desincentivar el consumo de productos que no siempre pueden ser calificados como alimentos.

Uno de los impuestos actualmente en discusión apunta a las bebidas azucaradas, por reconocerlas un gran enemigo de la salud pública. Ello porque sus cantidades de azúcares agregadas son altamente riesgosas, aunque eso no ha generado que su consumo disminuya. Solo aumenta. Se registró un crecimiento del 48% entre el año 2000 y el año 2013 en América Latina.

Según el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS) casi el 19% de todas las muertes en el continente se deben a una alimentación inadecuada. Estos datos son alarmantes, pero no sorprendentes, sobre todo si se considera que, de acuerdo con lo compartido por la OPS, la región de las Américas ostenta el consumo diario de bebidas azucaradas más alto del mundo. En zonas como el Caribe, lo consumido llega incluso a ser de hasta 1,9 porciones de 8 onzas por adulto cuando el nivel mundial recomendable está establecido en 0,5 onzas.

Lo que nos llega como supuesta comida es aberrante, explican expertos en alimentación. Enrique Jacoby, asesor sobre Nutrición y Actividad Física de la OMS, afirman que “Estos productos no están diseñados para satisfacer las necesidades nutricionales de las personas. Están diseñados para que se conserven por mucho tiempo en los estantes y generan deseos incontrolados de consumo que llegan a dominar los mecanismos innatos de control del apetito y hasta el deseo racional de dejar de comer. Por eso resultan doblemente perjudiciales: son casi adictivos y eso lleva aumentar el sobrepeso y la obesidad al tiempo que sustituyen los alimentos frescos, que son la base de una dieta natural rica en nutrientes”

La obesidad adulta e infantil es grave hasta puntos que jamás imaginamos. Durante el lanzamiento de los resultados de la investigación, la Doctora Lisa Powell expuso en una de las diapositivas una información sumamente importante. Si bien siempre hablamos de que la obesidad deviene en menor utilidad, provocando una desigualdad en sectores como la salud y el bienestar, es sorprendente que hasta en lugares recónditos la diferencia aparece. Los adultos obesos, por ejemplo, tienen la tendencia a gozar de menores salarios, mientras que los niños con obesidad usualmente obtienen resultados bajos en sus exámenes, padeciendo de adquirir sus habilidades de manera más lenta.

Ante este presente de obesidad, ultraprocesados y daños a la salud, sigue la búsqueda de soluciones. Y en ese sentido, la OPS propone impuestos sobre las bebidas azucaradas porque, al incrementar significativamente el precio del producto,  el consumidor podría elegir comprar botellas de agua, más saludables y económicas.
Considera la OPS que no es solo el consumidor promedio se beneficiaría. Con ese valor agregado se generaría un ingreso extra que podría utilizarse, por ejemplo, como subsidio de la infraestructura de agua potable; subsidio de frutas y hortalizas para los grupos de ingresos bajos; subsidio de comidas saludables en las escuelas y otras medidas con objetivos similares.
Se obtendría una triple victoria (win-win-win, como lo llaman en inglés). Reducir el consumo de productos no saludables, beneficiando así a la salud; generar ingresos al Estado; y a largo plazo reducir costos de atención médica.

¿Por qué tanto interés en las bebidas azucaradas? Porque son también una de las causas de las ENT (enfermedades no transmisibles), tales como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer o la diabetes. Enfermedades que cada año causan la muerte de  41 millones de personas, lo cual representa un 71% de la mortalidad mundial. Evidencia científica publicada recientemente afirma incluso que las personas con enfermedades no transmisibles tienen un mayor riesgo de sufrimiento de complicaciones graves si se contagian de COVID-19. Y en casos de otros productos dañinos para la salud como el tabaco o el alcohol, los impuestos han demostrado ser de las intervenciones más rentables y factibles para la prevención de las ENT, por lo que podríamos pensar que aplicarlo a las bebidas azucaradas nos llevaría a resultados similares.

Un punto polémico es qué tipo de impuesto aplicar según el contexto. La OPS realizó un extenso análisis de los tipos de impuesto existentes que podrían servir y como conclusión recomienda un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas para así generar un impacto significativo en el precio. Un impuesto del 24% podría generar una reducción en ventas del 34%, apuntó la doctora Powell.

Sin embargo, la Doctora Arantxa Colchero añadió que el impuesto no es suficiente. Se necesita complementar con otras medidas como el rotulado frontal de alimentos o la restricción de alimentos ultraprocesados en escuelas, todo un paquete de “des-incentivos” de productos chatarra (además de incentivar el consumo de alimentos saludables). 

Pero hay un gran escollo: la industria. Durante años ha priorizado sus rendimientos económicos y ha utilizado excusas como que los impuestos harían perder fuentes de trabajo. Consciente de esa estrategia, la OPS -autoridad internacional en materia de salud- incluye en su propuesta soluciones como impuestos calculados por países y el ejemplo de México, donde el modelo ya fue probado sin que se tradujera en pérdidas reales de trabajos.

Ya se ha probado que las bebidas azucaradas causan enfermedades no transmisibles, de obesidad y de sobrepeso, ¿les llegará un límite?

Azaí: de fruta local a commodity global

En pocos años el azaí hizo un salto cuántico: de la gastronomía de comunidades de Amazonia y pueblos ribereños, a postres y jugos ultraprocesados, y cosmética. De cosechas de extracción a monocultivos con semillas modificadas. De los mercados locales a asomarse a la entrada de las bolsas financieras del mundo.

22 de febrero del 2021 – Por Guilherme Zocchio

En 1990 el empresario de São Paulo Mareclo Sesana se detuvo ante la pequeña fruta de color oscuro, nativa de la región amazónica y exótica a sus ojos de empreendedor industrial. Ese encuentro iniciaría la transformación del azaí, uno de los alimentos más tradicionales del norte de Brasil. En esa región, el fruto hace parte del menú cotidiano de las poblaciones que orillean los ríos, los ribereños, y de los pueblos nativos de Amazonia. El fruto está presente en todas las comidas, del desayuno a la cena y es muy consumido con harina y pescado. Pero el empresario tenía pensada otra cosa para el azaí, que cambiaría para siempre esa cultura alimentaria. Decidió fabricar helados, mezclándolos con las crema de la fruta, y venderlos por las playas de las provincias brasileñas del sudeste (la región más rica y poblada del país). Fue un boom que devino en proyecto comercial formal: Frooty Acaí. En poco tiempo conquistó los paladares y se volvió un  ícono de jugos, granola y platos refrescantes. Y en poco tiempo más se convertiría en la potencial próxima commodity agrícola como lo son hoy el azúcar, el maíz, la palma y la soja.

Eso es lo que plantea el investigador Rafael Fonseca, del Grupo de Investigación sobre Hambre y Relaciones Internacionales (Fomerj por sus siglas en portugués) de la Universidad Federal de Paraíba (UFPB). “Mirando con un enfoque geopolítico”, dijo el investigador en una entrevista para  O Joio e O Trigo, “desde la década del 80 vivimos bajo el neoliberalismo, un régimen agroindustrial corporativo, en el cual empresas multinacionales comienzan a controlar cada vez más la distribución de alimentos. En esa época, los países del sur global comenzaron a exportar más frutas, tanto para atender al mercado interno como para la exportación”.

“El régimen agroalimentario corporativo: interrogantes acerca de la materialización del azaí ultra procesado en el siglo XXI” así se llama la investigación de Fonseca: la recorrida de un fruto que pasó a alimentar a una industria que lo utiliza para fabricar otras mercaderías, buena parte  alimentos ultra procesados

En su transformación inminente a commodity el investigador explica que hubo una transformación en los cultivos. ”Sí naturalmente el azaí crecía a la orilla de los ríos, hoy en día Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria) distribuye semillas modificadas para la siembra a gran escala. Así lo que era un sistema de cultura extractiva limitada. ahora se está transformando en un gran monocultivo, y se está discutiendo su mecanización”.

Las semillas nomencladas como BRS ‘Pai d’Egua’ son según Embrapa un 50% más productivas y tienen un rendimiento hasta 30% mayor que las especies tradicionales.

Disputa territorial

Fonseca asegura que el azaí ya es parte de la especulación de precios: una gran parte de las empresas que lo manufacturan –de la puerta de las haciendas hacia afuera- vienen siendo compradas por grandes fondos de inversión. Puertas adentro la búsqueda de tierras que están haciendo esas mismas empresas para aumentar las plantaciones –al igual que ocurre con la caña de azúcar, del maíz, de la palma y de la soja– genera disputas territoriales típicas del agronegocio. En Pará uno de los Estados de Brasil que más azaí produce, hay severos conflictos por apropiación ilegal de tierras

“Un commodity no necesariamente debe estar vinculado a la bolsa para ser considerada commodity”, dice Fonseca. “La comoditización y ‘financierización,’ comienza con la especulación y disputa por las tierras: a partir del momento en que se necesita más para producir el fruto”.

La segunda gran evidencia sobre la transformación del azaí en commodity es el trato del Gobierno brasileño al fruto. El interés de Embrapa en el cultivo ya es un indicio pero no el único ni el más explícito. En 2016, el entonces gobernador de Pará, Simão Jatene, publicó un decreto creando incentivos fiscales a la explotación industrial, con la condición de que las industrias se comprometiesen a desarrollar por lo menos tres nuevas líneas de productos a partir de la pulpa.

Según Fonseca, la medida tomada por Jatene fue un importante paso para consolidar la inserción definitiva del azaí en dos sectores de la industria: el procesamiento de alimentos, para la fabricación de ultra procesados como los mixes, helados y jugos, y el mercado de cosméticos, cuyo mayor exponente es la multinacional brasileña Natura.

“Ese proceso de inserción en la industria está ocurriendo hoy y está en constante expansión. Cada vez más las empresas están creando encuentros para discutir productos y pensar en maneras de industrializar al azaí”, dice el investigador.

Cultura y salud

A pesar de que el fruto se ha popularizado como un alimento ultra procesado el azaí es, ante todo, parte de la cultura alimentaria del norte de Brasil. Mientras que en regiones como el sudeste él es servido en forma de helados, mezclados frecuentemente con leche condensada, achocolatados, dulces y otros ingredientes poco saludables, sigue siendo consumido en su lugar de origen en su forma más natural.

“En el norte, se come el azaí como un alimento básico, mínimamente procesado, como el arroz. Él integra la dieta cotidiana de las personas, junto con harinas y pescado”, dice Fonseca. “Mientras una parte del complejo industrial considera al fruto una commodity para otras personas es parte de su una cultura tradicional y esos dos modelos están en disputa: en Amazonia es consumido más que la leche, en otras regiones es exportado como producto químico”.

Fonseca desea llevar su investigación al área de salud colectiva antes de que sea tarde. Ve una relación entre la comoditización del azaí y lo que ocurrió en el pasado con el azúcar que pasó de ser un ítem de lujo a un ingrediente barato, relacionado con la profusión de males que son las principales causas de muerte en todo el mundo.

“Existe esa relación entre los tres fenómenos: la financierización, la flexibilización de los cultivos, en el cual el mismo cultivo puede servir a varias industrias; y el fenómeno de su uso para ultra procesados”, dice Fonseca. “A partir del momento en que nosotros estamos expuestos a eso, hay una serie de enfermedades crónicas no transmisibles que proliferan”.